Pasbamos el da jugando al sol,
uniendo sentimientos y sonrisa,
conviertiendo el tiempo en dulce soma de amor.
Vivimos el uno para hacer del otro un ngel,
y adorarnos hasta el punto de morir
y llorar por devocin.
Nadie nos dijo que a la vuelta del placer,
est el principio del dolor
Y concebimos un pequeo parecido a los humanos,
que no quiso respirar y naci para marchar,
por cada nombre que pensamos
una losa se hizo muro entre los dos.
A todas luces de tu razn,
la voluntad divina se haca injusta,
y todavia no perdonas a Dios.
Y la desdicha se hizo duea de tus ojos,
apagando con sollozos de mujer la esperanza y
la ilusin.
Cuando el final estuvo a punto,
un suceso inesperado acontenci,
Y fue de noche que entre sueos,
parecido a los humanos un pequeo apareci
y a tu odo susurr:
queridos padres le pusisteis tanto amor,
que fui directo al cielo.