Y por la tapia el sol de despedida
Pálido arrastra su temblor dorado
La tarde va quedándose dormida
Muda la voz y el corazón cansado
Como un ruiseñor frío pluma plata
Un lucero se posa cuidadoso
Sobre un árbol la alberca lo retrata
Una paloma busca su reposo
El son de una campana, fugitivo
Cruza y se pierde se recoge el viento
El huerto queda manso y pensativo
Todo tan quieto está que se diría
Que acaba de morir el movimiento
O está para nacer la poesía
Y aquí mi corazón es como el huerto
Bajo la sombra gris se me ha dormido
El dolor del pasado y del incierto
Porvenir y la pena del olvido
Tuve infancia, crecí yo estoy ahora
Maduro para la travesía postrera
Nada importa en esta hora
Nada, ni aunque importara, importaría
Como el huerto, me siento en paz conmigo;
Sin grito, sin dolor, sin complacencia
Miro pasar la tarde y no la sigo
Y soy un árbol más, que va a dormirse
Y siente una absoluta indiferencia
A crecer, a quedarse o a morirse