Era una corza perdida por la selva de la vida
Que nunca encontró vereda y la buscaba afanosa
Llegó una noche a mi fuente para calmar su ansiedad
Y yo, que anduve perdido, también por entre el boscaje
En vez de darle agua clara y señalarle el camino
Que por fin un día encontré, la vi tan bella y lozana
Que olvidando su desgracia, y la dicha de mi paz
Me quise internar con ella en la selva una vez más
Ay, qué dolor el de mi pecho Ay, qué tristeza mortal
En vez de salir al claro, los dos perdimos la senda
Se me soltó de la mano y no la volví encontrar