Vacías nuestras copas,
pero llenas del ayer
pasado que se burla
desde el fondo del cristal
haciendo más amargas nuestras vidas,
cielo mío.
El mundo nos separa
con su odio y su rencor
no ves que sólo tengo
los mendrugos de un dolor.
No alcanza para un llanto la esperanza
de lograr tu buen amor.
Si yo pudiera
borrar las nubes de mi cielo.
Si yo pudiera
brindarme como ayer.
Me aferraría,
en el ocaso de mi vida,
a tu cariáo
al viejo amor que no olvidé.