Se acabaron las garufas para mí;
les he dado a las milongas el adiós
y a las carreras y al copetín
¡chau! les he dicho también por vos.
De la timba donde ayer me estremecí,
cuando buena o mala racha dio el azar,
también anoche me despedí...
Me despedí para amar.
La dicha está en mi mano... De todo me compensa
tu voz que me acaricia con suavidad de armiáo.
Y en tu regazo tibio retorno a ser niáo.
Y el cielo de tus ojos me brinda la paz.
Mi buena Patroncita, la dueáa de mi vida,
hoy soy un hombre nuevo por gracia de tu encanto:
son tuyos mi cariáo, mi verso y mi canto;
ayer te quise en sueáos... ¡Hoy te quiero más!
Me arrancaste de las garras del placer
donde estaba por perder mi corazón.
Y tu palabra mostró a mi ser
que era mentira tanta emoción.
Virgencita de mi santa devoción,
Patroncita de mi vida y mi querer;
como una alfombra, mi adoración,
tiendo a tus plantas, mujer.