Sentado está frente al televisor que refleja en él mil caretas de luz. Mas dentro de sí comienza a volar su imaginación. Indiferente, allí en el sillón, su dominante mujer. Comienza a trepar cien montaáas de mar; lanzando feliz, carcajadas al sol. Un rojo dragón custodia el portal de "la perfección"; de un golpe eficaz, lo pone a dormir y ya no puede entrar. Un mural. Letras de néon. Una advertencia. "NO ES ESTE TU LUGAR NO LO ALCANZARAS NI CON LA CIENCIA" De pronto una voz agria y familiar lo volvió a su sillón; ¡la tele acabó, apagala ya, tienes que madrugar!