Vos sabés que te quise muchacha
con la santa pasión que mereces.
Te tuve tal fe, me entregué tanto a ti,
que vos fuiste para mí, mi Dios.
No me apena haber sido tan noble,
ni me ofende haber sido tu esclavo,
yo he sido con vos un hermano,
que mal pagaste vos, mi pobre amor.
¡Maldita, mil veces!
¡Maldita, hasta la muerte!
No quiero ni acordarme más.
Iba buscando en tu cariáo amparo
y me engaáaste como a los demás.
¡Maldita, mil veces!
¡Te quiero y te maldigo!
Fallaste a tu promesa
de amarme hasta morir.
No tienes pena de mi dolor,
que mala fuiste con mi pobre amor.
Te maldigo y después me da pena.
Te desprecio y quisiera besarte.
Decime, por Dios, qué embrujo fatal
pusiste en mi vivir, mujer.
Tan feliz que vos eras conmigo,
tan dichoso que yo era a tu lado,
cariáo de amigos y hermanos,
que, arrepentida, pronto buscarás.