Cayó la tarde en el suburbio,
el callejón de sombra se vistió
y pareció pues todo turbio
el arrabal de pronto se quedó.
En el confín el sol se muere
en su fatal y cruel claudicación
mientras se ven al pasar, desfilar
las muchachas que vuelven al hogar.
En una tarde, así, bosquejando
todo poema de amor
él le contó su querer, su pasión
la pasión que por ella ya sentía.
Después los vieron pasar con su fe
encantados de su cariáo
y el callejón del suburbio tristón
por las noches de besos se encendió.
Aquel amor ha florecido
en un amable y dulce florecer,
aquel amor que fue tejido
a la salida de un triste taller.
En el bulín lucen las rosas
de la pasión sus flores sin igual
y cuando el sol ven morir se les ve
por las calles tristonas desfilar.