Hay cosas que no tienen razón ni sentido,
hay hechos que no tienen explicación...
Así, al conocerte, mi gran cariáo,
sin ley ni motivo, de golpe nació.
Viniste a embarullarme la dulce existencia
pues yo sin tus engaáos ya era feliz.
¡Parece mentira que, siendo tan linda,
guardés ese fondo tan bajo y tan ruin!
Te odio, maldita;
te odio como antes te adoré...
Dios quiera que un día volvieras a mí
buscando refugio, vencida, sin fe.
Entonces podría
cobrarme tu traición...
¡Es tanto lo que te odio
que al verte sufrir me vengaré!
Sabés que todavía no puedo explicarme
por qué placer maldito me hiciste mal,
si yo por tu cariáo dejé a mi madre,
enferma, solita, sin techo, sin pan.
Has roto mi existencia. ¡Cobarde y rastrera!
¿Por qué voy a tenerte conmiseración?,
si cuando agonice será mi postrera
palabra una eterna, fatal maldición.