Ya nació y le temblaban los oídos de dolor
Que la voz que la mecía con descaro le asustó
Y al crecer su extraño vicio era mirar una pared
Y ocupar menos espacio que una aguja en un pajar
Niña que convertiste el alimento en tu lamento
Y decidiste que vivir era un invento
Y que el comer era el desierto dónde desaparecer
Niña que nunca hablaste para ser como la espuma
Que se evapora con los rayos de la luna
Porque sabe que en la noche es más difícil existir
Te salvó un lobo aullando entre las luces de neón
Que cosió aquella herida que apretaba la razón
Y ya mayor te acostumbraste a un nombre fácil de
Escuchar
Pero al volar aún te giras si alguien grita Soledad
Niña que cuando duermes y no estás acompañada
Llenas de gotas las esquinas de tu almohada
El espejo de tus ojos te dibuja el verbo huir
Niña que decidiste serle fiel a las hormigas
Que poco a poco van llenando sus barrigas
Porque saben que el invierno es primo hermano del
Sufrir