Febo asoma; ya sus rayos
Iluminan el histórico convento;
Tras los muros, sordos ruidos
Oír se dejan de corceles y de acero.
Son las huestes que prepara
San Martín para luchar en San Lorenzo;
El clarín estridente sonó
Y la voz del gran jefe
A la carga ordenó.
Avanza el enemigo
A paso redoblado,
Al viento desplegado
Su rojo pabellón.
Y nuestros granaderos,
Aliados de la gloria,
Inscriben en la historia
Su página mejor.
Cabral, soldado heroico,
Cubriéndose de gloria,
Cual precio a la victoria,
Su vida rinde, haciéndose inmortal.
Y allí salvó su arrojo,
La libertad naciente
De medio continente.
¡Honor, honor al gran Cabral!