Yo soy y he sido siempre, muchacho calavera.
Yo tuve un buen cotorro y una buena mujer,
era una criolla tan linda y tan canchera
que me hizo un hombre serio, que me enseáó a querer.
Por ella me cuidaba, hasta cambié de rumbo,
me dediqué al laburo, me abrí del bodegón,
dejé las farras, pa'mi no había en el mundo
más que sus dos ojazos, después su corazón.
Yo la quería quizás, con toda el alma
y así junto a su lado dos aáos me pasé,
dos aáos de cariáos, felices y de calma,
y en una noche de esas, la ingrata se me fue,
con un compinche, con un amigo mío,
que estando en la palmera le supe responder,
con uno que ni en broma se embarulló en un lío
y vino a armarlo justo con mi propia mujer.
Pero todo se arregla en esta vida fiera,
el que hace una parada la tiene que pagar
donde lo encuentre, de la misma manera
que procedió conmigo, me van a ver tallar.
Le sacaré lo mío de "prepo", si se cuadra,
después de echarle en cara lo mal que se portó.
Pa'demostrarle que si ese perro ladra
yo muerdo si me apuran y que él no es más que yo.