Pongamos que es diciembre en la maáana,
que al límite del cruce ahí estás tú,
que el viento te sacude en el pasado,
que arrastras desde otra latitud...
El árido camino no me asusta,
la helada travesía me calmó,
no queda nadie detrás de los focos
que me hacen parecer lo que no soy...
Quizás si cambio de camino encontraré,
el fin del laberinto que crucé,
la justa recompensa y la razón,
la parte inalcanzable.
Yo nunca fui de los que se quejaban,
llevo aprendida dentro la lección
de hacer como si no pasara nada
y resguardar la pena y el dolor.
Quizás si cambio de camino encontraré,
el fin del laberinto que crucé,
la justa recompensa y la razón,
la parte inalcanzable.