Vivo como un camello en un canalón,
en esta ilustre y honorable sociedad.
Y espero todavía una óptima ocasión
para comprar un par de alas y abandonar el planeta.
¿Qué tienen que mirar y soportar aún los ojos?
Los bárbaros demonios de la guerra que fingen sus plegarias.
Ya sé desde hace tiempo que, tras cualquier violencia,
el mal existe.
Si yo fuera más listo, en su trampa no caería.
Esta noche el cielo pesa como plomo.
¡Cuántas penas e inútiles dolores!