Casa, casa en casa, tomada taza en brasas rojas y amargas.
Sueño que se va alejando, lejos de todo se va aclarando.
Un panorama reflejo de esperanzas, una sensación de anhelos, una realidad.
Una herida que se va sanando, un llamado al que acude mi canto
Cada vez que encuentro la risa, cada velo que me descubro,
Cada guerra que hubo en mi pago, un sendero trazado en mi alma.
Trae muy buena luz a lo alto del cerro, sol en los rincones a los que aún no llego
Vidalita ya deja que cante, en mis orillas de navegante.
Crece más la cima cuando llevas mucha carga, se hace más difícil de cruzar esa montaña
Pero lo que traes no has de olvidarlo, puede que te dé un buen descanso.
En mi voz cantando los Díaz, nochecitas de Tafi Viejo.
Un llamado golpeando mi puerta, al que acude mi canto porteño,
Al que acude mi canto de llanura.
Cada vez que encuentro la risa, cada velo que me descubro,
Cada guerra que hubo en mi pago, un sendero trazado en mi alma.
Cada guerra que hubo en mi pago, un sendero trazado en mi alma.