Montmartre, tan parisino,
ensueáo de juventud...
¿Quién te hizo tan argentino,
con tu molino, con tu faubourg ?
¡Colina de la locura,
borracha de bandoneón!...
Si el tango mató tu calma,
te trajo un alma
¡con su emoción!...
Cuando cantan
los veinte aáos
como un tango
su ilusión,
y se agitan
como alas
que tuviera
el corazón,
no hay nada inmenso para su vuelo,
ni el cielo, ni la mar...
y a Montmartre,
desde Boedo,
hay un paso nada más...
¡Muchachos, hasta el regreso!...
¡Que los acompaáe Dios!...
La vida no es más que eso:
¡un día un beso
y otro un adiós!...
No lloren la despedida,
¡que no muere el que se va!...
Quien bien quiere nunca olvida...
Y al fin la vida
¡lo volverá!...