Fe, no me abandones ahora que en la vida pintan dudas, ahora que han dejado las maduras, espacio a las más duras sinrazones. Fe, no me abandones como al palo mayor en la tormenta, amárrate a mi alma que te sienta a salvo de naufragios y tifones. Fe, fe, fe... te necesito, como el agua es necesaria en el desierto, como esencial es enterrar a nuestros muertos, como saber que es infinito el infinito. Fe, te quiero fuerte, la más inexpugnable ciudadela, invicta ante el dolor y sus secuelas, blindada a los embates de la suerte. Fe, si estás conmigo me atrevo a conquistar el universo, ponerme las estrellas como abrigo, mirar con buen humor lo más adverso. Fe, fe, fe... no te derrumbes, no permitas que descienda a los abismos, señálame el camino de las cumbres que allí quiero vivir conmigo mismo. Fe, fe, fe...