En los momentos en que el romance hace dichosa nuestra entrega tu me preguntas el porque tambien se ruega, porque se adora, porque se llora, porque se quiere, porque se muere, y si hay motivo para quererse. Para quererte no necesitas ser divina como diosa, ni necesitas el perfume de las rosas ni ser radiante, ni ser esposa. Para quererte no necesitas poseer ningun hechizo para adorarte yo se muy bien que el mismo Dios me dio permiso. Y si te entregas a compartir el mismo pan, las mismas penas y a soportar mi pobre vida hasta la muerte son mil razones para quererte, para quererte