En mi pueblo, sin pretensión, tengo mala reputación. Haga lo que haga es igual todo lo consideran mal. Yo no pienso, pues, hacer ningún daño queriendo vivir fuera del rebaño. No, a la gente no gusta que uno tenga su propia fe. Todos, todos me miran mal, salvo los ciegos, es natural. En la fiesta nacional yo me quedo en la cama igual, que la música militar nunca me supo levantar. En el mundo, pues, no hay mayor pecado que el de no seguir al abanderado. No, a la gente no gusta que uno tenga su propia fe. Todos me muestran con el dedo, salvo los mancos, quiero y no puedo. Si en la calle corre un ladrón y a la zaga va un ricachón zancadilla pongo al señor y aplastado el perseguidor. Esto sí que sí, que será una lata siempre tengo yo que meter la pata. No, a la gente no gusta que uno tenga su propia fe. No, a la gente no gusta que uno tenga su propia fe. todos tras de mí a correr, salvo a los cojos, es de creer.