Ciega por el vino, saliste al camino pensando no se qué; buscando que el placer te diera aliento. Ni triste, ni aburrida, soberbia y mal herida, tan sola como va un ángel por una avenida. La luna en tus ojos rociado de perlas, brillaba tu vientre, temblaban tus piernas; prendí un cigarrillo y fumé silbando, silbando. Busqué por todos lados, me doblé en los bares, miré por las ventanas, y nunca volví a ver tus ojos como planetario. Temblando entre los sauces las luces de los autos, como voy a olvidar los patos nadando en el lago. La luna en tus ojos rociado de perlas, brillaba tu vientre, temblaban tus piernas; prendí un cigarrillo y fumé silbando, silbando. La luna en tus ojos rociado de perlas, brillaba tu vientre, temblaban tus piernas; prendí un cigarrillo y fumé silbando, silbando.