Como cada tarde solía hacer Salió de casa después de su café Pasó por la plaza, como de costumbre Saludando a todos, como de costumbre Con mirada triste y pálida la cara Expresión de miedo, inocencia perturbada Y es que María vivía mal Entre derroche y vulgaridad Como un objeto de sociedad Se corrompía en el Bulevard Diecinueve años de edad Con que su cuerpo contaba No la enseñaron a amar Pero su instinto no odiaba Envidiaba a la mujer Como madre respetada Y en su interior sólo había Deseos de ser amada Su talle de espigas Sus labios de sangre Fueron elementos Del sucio libertinaje De entre las masas surgió El hombre con quien soñaba Y sacándola de allí Otra vida le entregaba Desde aquel día en su cielo gris Resplandecía la luz del amor Y a sí María empezó a vivir Como persona en un mundo ruín