La canción es la amiga que me arropa y después me desabriga; la más clara y obscura, la más verde y madura, la más íntima la más indiscreta. La canción me da todo, aunqe no me respeta: se me entrega feliz cuando me viola. La canción es la ola que me eleva y me hunde, que me fragua lo mismo que me funde. La canción compañera, virginal y ramera, la canción. Comenzamos un día por los tiempos de siempre y todavía; comenzamos felices a juntar cicatrices, como buenas señales de los años, y, peldaño a peldaño, levantamos paisaje sin excusa, sin ruego y sin ultraje. ¿Quién se atreve a decirme que debo arrepentirme de la esperma quemante que me trajo? Porque sangra de abajo yo no vendo ni rajo mi pasión. Entre drama y comedia he llegado trovando a la edad media; torpe, pero sincero, aún no soy caballero (y que el cielo me libre de cordura) No me embriaga la altura ni me aburren los sueños; no es por moda que estallo y que me empeño. El amor sigue en brete y el camino a machete, más no lloro por tal ni me amilano, si conservo mis manos, mi sudor y el humano corazón.