Tuvo la suerte de nacer con las estrellas a favor en una casa humilde donde nada le faltó un disco de los Beatles de su padre le gustó, y el Ojalá de Silvio que un amigo le grabó. Tuvo la suerte de encontrarse una guitarra en el salón, y el misterioso don de darle vida a una canción, el miedo de cantarla un día desapareció, y a base de enfrentarse con el público aprendió. Entonces llegaron las flores y regalos. Lo bueno y lo malo que tienen los aplausos. Tuvo la suerte de fichar por una multinacional, grabó su primer disco sin saber lo que es cantar, las emisoras pronto lo empezaron a pinchar, y fue a programas donde había jurado no ir jamás. También tuvo que ser amable con la gente, y tuvo que firmar autógrafos que se pregunta dónde acabarán, y tuvo un camerino con su nombre y tuvo más de lo que merecía aquella pose de humildad. Entonces llegaron las flores y regalos. Lo bueno y lo malo que tienen los aplausos. Tuvo y todo lo que tuvo lo ha dejado de tener, pero a pesar de todo no dejó de componer, anoche me contó que ha terminado una canción, que nadie por desgracia escuchará y es la mejor. Y nunca llegaron ni flores ni regalos, lo bueno y lo malo que tienen los aplausos. Y entonces llegaron las flores y regalos. Lo bueno y lo malo que tienen los aplausos.