Cuando el azul del cielo soñaba con lucír una sonrisa que mantuviera su fe, fue buscando sin descanso hasta encontrar su sueño en una mujer. Cuando mi fiel princesa sintió que la intentaba sonsacar, miró hacia el cielo y gritó: ¡NO!, mi risa es parte de mi corazón, y de mi amor son los dos. Nunca más el volverá a soña. Nunca más podrá reír. Mía, Mía, princesa de este cuento, tal vez sea cierto que te adoró también el viento. Mía, Mía, preciosa melodía. Fue tu sonrisa la que encendió la luz del día. Avergonzado el cielo rompió a llorar al fin desconsolado y engriseció el dolor. ¡No!, ¡No llores más mi cielo, cálmate!, mi fiel princesa gritó. Ella sintió el lamento y calmó con siete besos su tristeza, uno por cada color. Fin, ya tiene el cielo aquello que anheló. y mi princesa a su amor. Para siempre soñará feliz, para siempre reirá. Mía, Mía, princesa de este cuento, tal vez sea cierto que te adoró también el viento. Mía, Mía, preciosa melodía. fue tu sonrisa, la que encendió la luz del día.