¡Mamita!...
Yo sé que mi culpa
no tiene disculpa,
no tiene perdón.
¡Mamita!...
Pero usted que es buena
comprende la pena
de mi corazón.
No he querido escuchar sus consejos
y más fuerte que mi voluntad
fue este amor que golpeándome el pecho
me arrastró por la senda del mal.
Y hoy que sola en el mundo me veo
y el infame de mí se burló
con el alma transida le ruego
que perdone mi falta Dios.
¡Mamita!...
Yo sé que mis males
horribles martirios
la hicieron llorar.
¡Mamita!...
Por eso es que quiero
mamita en sus brazos
mi falta olvidar.