Sirenas de barcos gritaban al viento
La radio pasaba la publicidad
Los labios cercanos gastados de besos
Y marcas de manos y dedos
Un rayo de sol entró por la estancia
Y los abrigos en el sillón
Palabras ahogadas entre miradas
Y ¿cómo poder decirte?
Que tú eras
Más que el vino, más que el trigo, más
Que la piel y que los huesos, más
Que las piedras, que la hierba, más
Más que tanto, más que todo, más
Que el puerto, que la playa, más
Que el invierno, que el verano, más
Que el caballo más salvaje, más
Un poco más
Una virgencita de talavera
La rosa ya seca sobre la mesa
Buscabas tus ropas con prisa y con pena
Y una sonrisita discreta
El ronco murmullo de la cocina
No sé que cantabas haciendo el café
Las horas cansadas de la mañana
Y ¿cómo gritarte amor?
Que tú eras
Más que el fuego, más que el lecho, más
Que el cabello, que las manos, más
Más que el llanto, que la risa, más
Más que cientos, más que miles, más
Más que el oro, que la plata, más
Que la plaza y los paseos, más
Más que el paso de los años, más
Un poco más.
Más que el musgo, más que el heno, más
Más que el tiempo que nos queda, más
Más que todo lo que he dicho, más
Un poco más.