(Zamba)
De par en par muy abiertos,
cual las puertas del amor,
he visto en sueáos dos ojos
que me causaron pavor.
Desde que soáé con ellos
les vi ternura y reproche,
son mis amigos de día,
y son mis huéspedes de noche.
Centinelas de mi alma,
nunca dejaron de verme,
se abren para interrogarme,
jamás para responderme.
Son de una mujer amable
y terrible cuando quiere,
que matan cuando acarician
y acarician cuando hieren.
Como un nene caprichoso,
me atraen y me rechazan,
y son faros que me guían
y carbones que me abrasan.
Ojos que son gloria y luto,
de mi eterna pesadumbre,
que con su fulgor me cieguen
y con su sombra me alumbren.