Échalo a andar, niña.
Tíralo a correr,
C encontrarse con las piedras del río,
C que choque en un jarrón, sin huecos, ni oxígeno.
Cl desamor, a la desilusión
No se le alimenta con lloros,
Se le sienta a desnutrir.
C, con ternura, desmembrar su corazón.
Échalo a un árbol de guayaba, c ser plántula,
C enredar
Una mandevilla en puro frío,
C ver si sobrevive,
Y que no regrese al cedro.
No se aniquila,
No se mata,
No se oxida,
Se le echa a andar.
Manos abiertas y a repicarlo.
Retenerse en él, está demás, niña. Tiempo y arena, la vida vuela.
Llénate de estrellas, sin temor por haberlas llorado. Échalo sin pena,
Toma todas las noches,
Otros nueve meses si son necesarios.
Renace.
No te atosigues mi niña, quédate con tu silencio, con tu ritmo.
Ora a la vida. Escupe tu coraje.
Come en esta tarde un pedazo de pan repleto de paz, De tu paz.
En esta estancia hay que erguir la fuerza. Los dedos en el arpa pulsan las cuerdas. Tu canción: "Echar el alma a volar..."