Recuerdo sus pasos firmes y tranquilos
Su mirada clara, profunda como el cielo
Era un gigante de silencios guardados
Con el peso del mundo en sus manos de acero
En tiempos oscuros, cuando el viento silbaba
Y sus hermanos alzaban espadas de rencor
Fue un hombre tranquilo, de paso sereno
Guardaba en silencio su lucha y su honor
No fue hombre de espadas ni de guerra
Pero luchó con un valor que pocos entienden
Protegió con su alma lo justo y lo digno
En medio de sombras que todo lo hieren
Con ojos claros como el cielo en la mañana
Y cejas pobladas, como montañas en calma
Su valor humilde, sin ruido ni espada
Fue el faro que guió a los que su alma cuidaba
Hablaba poco de aquellos días oscuros
De cuando hermanos luchaban unos contra otros
Con manos firmes levantó a los caídos
Guardó en su pecho los secretos del viento
Con ojos claros como el cielo en la mañana
Y cejas pobladas, como montañas en calma
Su valor humilde, sin ruido ni espada
Fue el faro que guió a los que su alma cuidaba
Llevaba en el pecho cicatrices ocultas
De una guerra que no eligió pelear
Nunca lo vi rendirse al miedo o a la muerte
Lo veía como un faro en la tormenta
Un hombre que, sin buscarlo, fue héroe callado
Hoy sus enseñanzas siguen en mis pasos
Y aunque el tiempo lo llevó lejos de aquí
Su memoria es la luz que me sigue hasta el fin
Con ojos claros como el cielo en la mañana
Y cejas pobladas, como montañas en calma
Su valor humilde, sin ruido ni espada
Fue el faro que guió a los que su alma cuidaba
Su lucha no fue con fusiles ni gritos
Sino en abrazar la vida, en medio del dolor