Un sátiro
De lengua reluciente
Abre mi pecho, al bien al mal
Al mismo tiempo
Gorro y capa negra, preciosa ginebra
Nunca hay final cuando empieza hablar.
El viento furioso muerde mi sangre
Contrario a las lagrimas y suspiros
De la luna por un mar seco.
Besan mi copa, los ángeles negros
Muertos pendientes en su cruz de fuego
Los cielos helados han sofocado
Los sorbos de silencio eléctrico.
Enfrento los senderos furtivos
Con los cigarros a mano
Late el fuego del alma
Nunca hay final cuando empieza a hablar
La mascara de plata
Brillaba entre collares y anillos
Su energía original.