A medio día el sol se desplomaba
Tú me levantaste tu labor contigo
Y al jornalero y capataz amigo
Decías de mi genio que alumbraba
Mi adolescente vanidad llenaba
De sed mi boca y para mi castigo
Yo confundí la avena con el trigo
Crujía el sol, el corazón sudaba
Y viste que tu hijo sabiondo
Ni frutos de la tierra conocía
Me contemplaste y penetraste al fondo
No con reproche, pero sí con pena
Igual que tú de viejo sigo hoy día
Sin distinguir el trigo de la avena