En el santo valor de tu tristeza, pues que Dios te hizo triste
Y no demandes al ajenjo opalino un repique locuaz en tu cabeza
Donde hay penas más nobles y más grandes
Que el júbilo bellaco de tu vino
Ten el santo valor de tu tristeza y se triste hasta el fin de tu viaje breve
Como la madre naturaleza cuando las tardes, cuando el otoño, cuando la nieve