Traigo un puño de viento bajo el sol
Guardo un último aliento mi señor
Sudando y con la frente fría
Mirando la última luz del día
Seres sobre montañas en el mar
Hieren escupen fuego y lágrimas
Vienen a reclamar su templo
Puede ser la herida del tiempo
Traen penas al mar
Surgen huellas de sombra y sal
Somos los hijos únicos del sol
Nunca permitiremos el horror
Traigan navajas de obsidiana
Lloren los dioses del mañana
Sus sueños se van
Quedan siglos que hay por luchar
Casas ensangrentadas bajo el sol
Rojas están las aguas de los ríos
Sufren las heridas del tiempo
Nunca más volverán al templo
Ni con escudos podrán ver sostenida su soledad
Dioses de los astros traigan pronto redención
Que del choque ensangrentado nazca siempre el nuevo sol