Como un canto levanta la noche
aáoranzas que vienen y van,
encendiendo el violin de los grillos
junto al cerco de la soledad.
Y la luna en el lomo del río
con la espuma se pone a jugar,
y unas coplas de antiguas vidalas
en la orilla ya se oyen cantar.
Salavina, Ay, Salavina,
quisiera verte otra vez,
ser el chango que alla en los baáados
se mojaba contento los pies.
Cuando el sol con su magia lo deja,
florecido de oro al tuscal,
el crespín va rompiendo el silencio,
por amargos senderos de sal.
Con estrellas y voces lejanas,
de esperanza la noche en su amor,
y la ausencia revive en la pena,
que se adueáa del viejo cantor
Salavina, Ay, Salavina,
quisiera verte otra vez,
ser el chango que alla en los baáados,
se mojaba contento los pies.