Se durmió
besando el sueáo aquel
que nunca se cumplió...
¡Rumor de mar lejano!
Su mano se alargó,
¡jazmín y piel!
y en mi desolación
¡grite... grite!
Nunca más
sus voz me llamará...
¡ya nunca..., nunca más
su boca besaré!
Yo crucé
tus dedos de marfil
y puse sobre ti
muchos claveles blancos...
Amordacé
mi angustia y mi rencor
y entrecerré
tus ojos y mi corazón.
Un telón
de sombras..., nada más
tu ausencia me dejó,
¡nada más, nada más!
A través
de un pálido cristal
resurge nuestro ayer
¡canción hecha pedazos!
Y estás hablándome
Feliz..., jovial...
(¡sarcasmo amargo y cruel,
tu soledad!)
Nunca más
tu voz me llamará,
ya nunca, nunca más
tu boca besaré...