Escuchame, te voy a decir una cosita, para que se entere todo el mundo:
Tu tienes la alegría que eleva mi cuerpo, la gasolina de mi inspiración, cuando te veo bailando, se me alegra el corazón.
Tu tienes la alegría que eleva mi cuerpo, la gasolina de mi inspiración y, si un día te veo llorando, pues contigo lloro yo.
Caminé cuesta arriba al Everest del rencor, con tan pesada mochila llenita de frustración, pero al sentir tu energía todo se iluminó, mi vida descolorida salió a tomar el sol.
Solté la mano del pasado, aquí presente y preparado, para tus baches llevo un amortiguador de amor.
Para tus lágrimas mi hombro y esta rumba que le compongo a todo aquel que gaya perdido la ilusión.
Tu tienes la alegría que eleva mi cuerpo, la gasolina de mi inspiración, cuando te veo bailando, se me alegra el corazón.
Tu tienes la alegría que eleva mi cuerpo, la gasolina de mi inspiración y, si un día te veo llorando, pues contigo lloro yo.
Déjame que te diga, bandida, una cosa que quiero aclarar: es que, en tan bella historia, no tiene cabida la casualidad.
Ya no vivo mendigando un incentivo al destino, esta locura le ha dado sentido a mi existir.
Solté la mano del pasado, aquí presente y preparado, para tus baches llevo un amortiguador de amor.
Para tus lágrimas mi hombro y esta rumba que le compongo a todo aquel que gaya perdido la ilusión.
Tu tienes la alegría que eleva mi cuerpo, la gasolina de mi inspiración, cuando te veo bailando, se me alegra el corazón.
Tu tienes la alegría que eleva mi cuerpo, la gasolina de mi inspiración y, si un día te veo llorando, pues contigo lloro yo.