Un recuerdo de niño que no pretendo olvidar
Inquieto y alegre hice mi primer arma una resortera
La idea era de juego aunque sin saber que jugando la vida me iba a enseñar
Haciendo blanco a todo lo que mi vista fue capaz de observar
Iba practicando y a su vez mi puntería mejoró
Busqué mayor dificultad así conocí aquella paloma
Agarré mi arma apuntando sin saber porque sin creer atinarle
Tal vez por ver si sería capaz de hacerlo
Cerré un ojo y apunté como si fuese alguien ajeno a mí
Solté el proyectil y le atiné, sorprendido me acerqué
Vi su cuerpo caído bañado en sangre, esforzándose por cantar
Aleteando cada vez con menos frecuencia
Me miró con ojos cálidos un instante
Y al segundo se pusieron fríos
Abrumado en desesperación
Con las mismas manos que cometí el crimen intenté ayudarla
Pero algo faltaba en su cuerpo
No necesité palabras para entender lo acontecido
Todo estaba hecho
Así conocí, la muerte, el alma y el espíritu