Malva, te quise tanto, Malva, que da risa el pensarlo. Malva, de amor lloré tanto, que podría caber en un saco lleno de gatos. Mis sueáos son palomas mensajeras que se pierden entre las antenas, sobre la ciudad, y no vuelven jamás,
o regresan con una rama de olivo en el pico, y se quedan a esperar junto a algún portal.
Tus sueáos son redes de pescador, vortinas sobre puertas encaladas con un ribete azul, como tus ojeras. Malva por ellas supe, Malva que estaba perdiendo. Malva te tuve tanto, que podría caber en un saco de gatos.
Los aáos que pasan sin tí son cerezas de un cesto tejido de helechos, gorriones intrusos en un nido ajeno. Y mi andar es ya tan lento, que sólo te siento muy de vez en cuando; un instante, en el vértigo de alguna canción.
Y sueáo con redes de pescador, cortinas sobre puertas encaladas con un ribete azul que son tus ojeras, Malva. Te lloré como para rebosar mares,
como para reflotar naves que seran sólo astillas que descubrirán buscadores de pecios tierra adentro.
En otras vidas, en otros mundos vestidos de siglos, vestidos de asfalto sobre lechos marinos,
sobre caracolas fósiles y estelas en el siempre, y en el nunca de nuestro firmamento. Malva, por tí lloré tanto, que podría llenar un cestillo de esparto