Canto esto para un cielo
hecho todo de metal
hoy que el suelo abre a mis pies
grietas anchas como el mar.
Os querré por la belleza
oculta en vuestro interior.
Os querré por la salud que adivina
cierta piel gris;
cierto aliento agrio;
ya es de día y
se ha instalado aquí el terror.
Nadie a quien amar
es
nadie a quien daáar,
etcétera.
Morirme de sed
mas por una vez
nadie muere a mi lado.
Y me pregunto en días como hoy
cuántos son y dónde están,
y me admira lo capaz que soy
de aguantar ad nauseam.
Y contemplo en el espejo
las escamas de mi piel,
y rezo para salir de este pellejo,
y rezo para huir
muy lejos de aquí,
muy lejos de mí,
piel que torna gris.
¿Qué dirán de mí
si me ven así?
Podría llorar
pero me voy a reír.
Nadie a quien amar,
nadie a quien daáar,
etcétera.
Moriré de sed
mas por una vez
nadie morirá a mi lado.