Mi verso es como un puáal
Que por el puáo, echa flor.
Mi verso es un surtidor
Que da un agua de coral.
Mi verso es de un verde claro
Y de un carmín encendido.
Mi verso es un ciervo herido
Que busca en el monte amparo.
¡penas! ¿quién osa decir
Que tengo yo penas? luego,
Después del rayo, y del fuego,
Tendré tiempo de sufrir.
Yo sé de un pesar profundo
Entre las penas sin nombres:
¡la esclavitud de los hombres
Es la gran pena del mundo!
¡hay montes, y hay que subir
Los montes altos: ¡después
Veremos, alma, quién es
Quién te me ha puesto al morir!