Éramos una visión, con el pecho de atleta,
Las manos de petimetre y la frente de niáo,
Éramos una máscara, con los calzones de
Inglaterra, el chaleco parisién, el
Chaquetón de norteamérica y la montera de
Espaáa.
El indio mudo, nos daba vueltas
Alrededor, y se iba al monte, a la cumbre
Del monte, a bautizar a sus hijos.
El negro, oteado, cantaba en la noche
La música de su corazón, sólo y desconocido,
Entre las olas y las fieras.
El campesino, el creador, se revolvía,
Ciego de indignación, contra la
Ciudad desdeáosa, contra su criatura.