Digamos que olvido tus mañas de pastor celoso,
Tu baja autoestima, tu libro de esgrima,
Tu tono turbio y rencoroso.
Digamos que entiendo tu pánico a lo diferente:
Yo sé que tu hobby por siglos
Ha sido uniformar la gente.
Digamos que ignoro tu gusto por las marionetas,
Tu amor por los loros, tu alergia a los moros,
Tu histeria frente a las braguetas.
Pero tu show que esfuma a la mujer,
Lo del placer prohibido de un plumazo,
Lo del voyeur juzgando cada paso
No te lo paso, no, no te lo paso.
Lo de exigir pan y pedazo no te lo paso.
Digamos que puedo -si quiero- pasar por alto tu arrogancia,
Tus modos, tus socios, en fin,
Tu negocio de la obediencia y la ignorancia.
Digamos que excluyo tus veinte siglos de promesas,
Tu grito, tan tuyo, -¡perdona capullo!-,
Tu falta de delicadeza.
Y al menos yo que vengo de babel
Ese papel de abel con marcapaso
Que escribe paz con p de puñetazo
No te lo paso, no te lo paso.
Tu mal favor caro y escaso no te lo paso.
Tantito, tanto abandono no te perdono.
Tu salvación made in usa no tiene excusa.
De ser falaz, como el bolero no te exonero.
¡culpar a onán, un man tan adorable! ¡qué imperdonable!
Poner al cielo en el himen: ¡eso es un crimen!
Tu vestidito de mago no me lo trago.
Lo de imponer la culpa a cañonazos,
Lo de garzón callado a los balazos,
Lo de multiplicar vino y no faso yo no te lo paso.