Venía rápido, muy rápido y se le soltó un patín
a él, que era el rey de esta jungla.
Se le soltó un patín...
Su corazón no era un hotel
(aunque corría ese rumor)
y hoy tiene una entre otras cruces
en este bosque siempre cruel.
Dejó un billete que pide a gritos que lo gasten
como una hoja derivó en tu mismo turbio río.
Entre amuletos y talismanes su destino desafiió
si su nariz crecía de tamaáo, prometía más.
No le robaba nunca a nadie
(a nadie en especial)
ganó un orzuelo de tercer ojo
y su nariz sangró.
No hubo caricias para su celo moro
y ahora mira crecer las flores desde abajo.
¡Safó!