Para llegar a la rosa, por su tallo comencé,
y a cada avance logrado, espinas me fui clavando,
cada espina fue una historia que a mi me fue desgarrando
la rosa estaba más alto de lo que yo imaginé.
Arrebatar su color "será muy fácil" pensé
pero fallaron mis cálculos, pues cuando me fui acercando
cada pétalo a su antojo el color iba cambiando,
rosa roja, rosa blanca... y allí, me desconcerté.
Aprendí lección muy dura, y así mi vida cambió
cada rosa no es la rosa, aquella que uno soáó,
cada una es una vida... que debemos descubrir.
Cada espina es una daga, y seguro has de sangrar
cada pétalo es un beso que tu herida ha de aliviar,
jamás codicies la rosa... si es que no quieres sufrir!