Vimos la tímida luz que precede a la aurora
Nuestras manos sirvieron de cuna para el primer sol
Despojamos de nuestras cabezas las aureolas
Que algún día los santos perdonen nuestra deserción
Que todos sus dioses nos juzguen e invoquen tormentas
Que los cuatro elementos desaten su furia a la vez
No habrá otra verdad que la que nos encienda una llama en el pecho
Que cada final sea sólo el principio de una nueva oportunidad
No hubo un lugar en la tierra que nos atrapara
No encontramos espacios cerrados que hicieran de hogar
Tú fuiste el templo sagrado en el que guardé mis plegarias
Yo el puerto firme que necesitabas para regresar
Y que nos declaren non gratos dentro de los límites del paraíso
Que nos señalen ancianos y niños al vernos pasar
No habrá otra verdad que la que nos encienda una llama en el pecho
Que cada final sea sólo el principio de una nueva oportunidad
No habrá otra verdad que la que nos libere de herencias y miedos
Que cada final, que cada final sea
El impulso necesario para el vuelo
El aprendizaje más certero
Una epifanía en el desierto
El origen del mejor comienzo
No habrá otra verdad que la nos encienda una llama en el pecho
Que cada final sea sólo el principio
Vimos la tímida luz que precede la aurora