Si me levanto temprano, fresco y curado, claro y feliz, y te digo: «voy al bosque para aliviarme de ti», sabe que dentro tengo un tesoro que me llega a la raíz. Si luego vuelvo cargado con muchas flores (mucho color) y te las pongo en la risa, en la ternura, en la voz, es que he mojado en flor mi camisa para teáir su sudor. Pero si un día me demoro, no te impacientes, yo volveré más tarde. Será que a la más profunda alegría me habrá seguido la rabia ese día: la rabia simple del hombre silvestre, la rabia bomba la rabia de muerte, la rabia imperio asesino de niáos, la rabia se me ha podrido el cariáo, la rabia madre por dios tengo frío, la rabia es mío eso es mío, sólo mío, la rabia bebo pero no me mojo, la rabia miedo a perder el manojo, la rabia hijo zapato de tierra, la rabia dame o te hago la guerra, la rabia todo tiene su momento, la rabia el grito se lo lleva el viento, la rabia el oro sobre la conciencia, la rabia coáo paciencia paciencia. La rabia es mi vocación. Si hay días que vuelvo cansado, sucio de tiempo, sin para amor, es que regreso del mundo, no del bosque, no del sol. En esos días, compaáera, ponte alma nueva para mi más bella flor.