Vienen del sur, del este, del oeste,
con la mirada esquiva
del que sabe y porque sabe desconfía.
Sólo tienen sus manos,
y con ellas se enganchan a la vida.
Vienen del sur, del este, del oeste,
con la sed de justicia
del que sabe que su causa está perdida.
Un té con hierbabuena
les deja frente a frente con la pena.
Nadie les va a dar dátiles ni miel,
leche de cabra, arepas, ni sancocho,
pan de centeno y un arenque arriba,
ni quesadillas, ni pastel de choclo.
Vienen del sur, del este, del oeste,
con la memoria intacta
y de canciones rebosando la garganta.
Alguna ves las cantan,
y con ellas acortan la distancia.
Vienen del sur, del este, del oeste,
con la esperanza ciega
del que sabe que no existen las fronteras.
A ver quién pone puertas,
el hambre es imparable y da tristeza.
Nadie les va a dar dátiles ni miel,
leche de cabra, arepas, ni sancocho,
pan de centeno y un arenque arriba,
carimaáolas, ni pastel de choclo.
Mole poblano, flor de calabaza,
dulce de yuca, agüita de coco.
Que vuelvan a casa, que regresen pronto,
pero si ellos quieren, que se queden todos...